“Catch”,
una obra entre la estética y el mensaje
MARIA EUGENIA MONTERO
EL TRIBUNO
JUJUY
La obra “Catch: lucha de barro + sexo entre
chicas”, recientemente estrenada en nuestra ciudad, sin dudas sacudió al
público jujeño, ya sea el habitué del teatro independiente, el público de pares
que pueda tener el elenco, y también el público en general (entre el que
encontramos a una parte que muchas veces no se acerca al teatro, pero que dada
la propuesta transgresora que se anunciaba, estuvo presente).
Digo “sacudió”, parafraseando al propio autor
de esta obra, José María Muscari de Buenos Aires, que en alguna entrevista
afirma que lo que él se propone con sus obras (caracterizadas y destacadas a
nivel nacional, no sólo por la calidad sino sobre todo por la originalidad) es
justamente “sacudir emocionalmente ya sea porque divierten o porque angustian”.
Claro está que el elenco jujeño que se animó a poner una obra de Muscari en
nuestros escenarios, lo logró.
Ahora bien, ¿cuáles son los resultados de esta
“sacudida”?. Hubo de todo, un público que felicitó al elenco y aplaudió
rabioso, un público entrenado en ver teatro que de todas formas se sorprendió,
hasta un público que prefirió levantarse y retirarse de la sala.
Y es que las escenas son fuertes, desde lo
verbal, desde lo visual, desde la temática.
“Catch” muestra lo que pasa dentro de un antro
donde mujeres lesbianas trabajan y viven de la lucha, donde el show de la
violencia y los cuerpos desnudos son el atractivo por el que se paga. Es el
lugar donde la dignidad se muestra totalmente vapuleada. Y estamos hablando de
la dignidad de la mujer, de la mujer gay, del travesti, del género femenino en
su expresión más amplia (la que no está dada sólo por el sexo biológico), ese
género que no encuentra su lugar de respeto y de derechos en esta sociedad.
A la mujer se le imponen roles y acciones con
tanta presión, que las propias intenciones quedan de lado, y luego nadie se
acuerda. Quizás la propuesta de “Catch” es reaccionar a esa realidad de
presión, para que la mujer se libere desde su propio interior para dejar de
esperar que desde afuera se reconozcan sus derechos.
La puesta jujeña logra impactar sobre todo con
algunas frases bien interpretadas del texto de Muscari que provocan el choque
en quienes son espectadores.
Por un lado, cabe destacar ampliamente a
quienes integran el elenco por haberse animado a semejante puesta, en una
ciudad conservadora como es Jujuy, y además con un público que todavía no está
entrenado para ciertos recursos. El riesgo en este caso, cuando el espectador
se sorprende tanto de la crudeza de lo que ve, es que se quede con esa sorpresa
y no logre descubrir el trasfondo de una obra que habla de muchas más cosas. En
este sentido el actor y el director tienen que lograr un equilibrio para que el
trabajo sea captado en su totalidad, y no sólo desde los recursos.
Pero también puede tratarse, en este caso
especial en Jujuy, de una producción que abre puertas, puesto que puede servir
simplemente para eso, para empezar a preparar al público para ver cosas que
todavía en nuestra ciudad resultan nuevas, diferentes y transgresoras.
De acuerdo al objetivo que se haya planteado
el grupo o el director Carlos Espinosa, puede analizarse el resultado de esta
primera experiencia.
Personalmente creo que una propuesta tan
jugada, para un pueblo chico en donde nos conocemos todos, es realmente loable.
Teatro gay
Por otro lado, estamos hablando de un grupo
que hasta el momento es el único que se catapultó en nuestro medio como de
teatro gay o estética gay. Un género que en general se plantea como el teatro
que trata la temática gay o que pone en escena actores y actrices gay. Y acá
también se plantean objetivos distintos, desde el simple hecho de mostrar la
realidad homosexual como cómica, con personajes bizarros ridiculizados, o
mostrarla como una realidad humana, de gente que sufre, piensa, vive y busca su
propia trascendencia. Cuando el grotesco es tan pronunciado, también ese
mensaje, de respeto e interacción, de convivencia entre diferentes, corre el
riesgo de quedar en el camino.
En el caso específico de “Catch” en versión
jujeña, tengo que decir que quizás la actuación más destacada es la de Claudia
Galante, que hace de la madre del travesti (mujer madura con problemas
psiquiátricos, a la que nombran como “La Legisladora”), que lo hace de forma impecable. También se
destacan Mariela Chavez por su firmeza, Verónica Subia que tiene un trabajo muy
convincente, y Pamela Vera por la comicidad que logra (virtud que viene demostrando
en distintos tipos de puesta). El elenco en general, que se completa con Gimena
Nogales, Carlota Campero, Cecilia Córdoba, Martín Mendoza (el dueño del antro)
y Charlee Espinosa, mantiene una línea de calidad en sus actuaciones, que vale
la pena rescatar, porque se trata de personajes muy jugados.
También hay que decir que si bien la base de
esta obra es el choque con “puteadas y desnudos frontales”, lo cierto es que la
puteada tan repetitiva suena excesiva, no por una cuestión de pulcritud ni
mucho menos, sino porque puede llegar a perder el efecto de un fuerte impacto.
Otro punto a analizar es la necesidad de
expresión personal de un grupo que encuentra en este tipo de teatro, una
excelente vía de liberación. Cuestión esta que se da en muchos casos de arte
cuando se quiere imponer un tema en la sociedad.
Seguramente en los artistas hay un camino que
va desde la simple necesidad de “hablar de”, pasando por el “yo soy”, hasta
llegar a un momento en que lo personal y lo artístico se fusionan de tal manera
que la propuesta sea equilibrada, para que el mensaje sea importante y se pueda
expresar de la manera más artística posible. ADN en este sentido va por el buen
camino, aunque a veces pareciera que la necesidad de decir se impone a la
estética, que por otra parte no está mal, sino que como dije antes es quizás
parte necesaria del proceso.
El choque además es omnipresente, porque el
público es parte de la escena, el público es público (valga la redundancia) de
esa noche de catch que cuenta la obra. Y entonces se mezcla con los personajes,
y los cuerpos y las charlas están muy cerca del espectador, tanto que lo
incluyen, y aquí entra en juego también un permiso para la improvisación.
Ya el texto de Muscari, le permitió algunas
innovaciones al director jujeño, puesto que pareciera ser la consigna. Y estas
aperturas le permitieron incluso a Espinosa y su elenco, regionalizar la
puesta, de tal forma que muchos personajes de nuestra provincia están presentes
en los textos, y muchas de nuestras
realidades sociales también.
Con mucho de positivo, y con muchos ribetes
para limar, la puesta de “Catch” sin dudas marcará un punto importante en la
historia del teatro jujeño.
Comicidad y un par de buenas actuaciones
MARIA EUGENIA MONTERO
La historia es fácil de entender, porque aunque la escribió Woody Allen,
pareciera que su impronta para la dramaturgia es diferente a la de guionista
cinematográfico. Resulta que “Humores que matan” llegó a Jujuy y deleitó a una
platea que disfrutó de la comedia.
El público, en su amplia mayoría completado por mujeres de edad madura,
aplaudió antes que nada a las figuras de las dos señoras de la actuación
nacional que se hicieron presentes en las primeras escenas de la obra, y
quienes son las protagonistas, Soledad Silveyra, y María Valenzuela. Entre las
dos, plantearon la historia, la doctora Phyllis Riggs (Silveyra), psiquiatra
exitosa, llama a su amiga Carol (Valenzuela), para contarle desesperada que sui
marido la está por abandonar por otra mujer.
Silveyra se planta en el personaje con mucha comodidad, y le saca el jugo
con una actuación que prácticamente sostiene toda la obra. Hace de esa mujer
sumamente exitosa, muy inteligente, segura de sí misma, que provoca la envidia
de su entorno femenino, pero a la vez decepcionada por no haber podido resolver
su propio problema, la infidelidad de su marido y el fracaso de su matrimonio.
Sus alocuciones están regados de vodka, y sus movimientos también. “Entonada”
le cuenta a su amiga lo que pasa, y mientras desentraña su tristeza la va
haciendo entrar en su juego. Ella sabe que la “otra” es justamente Carol y la
termina haciendo confesar.
Carol, que dista mucho de la inteligencia de su amiga, enseguida
comienza a justificarse escudándose en un enamoramiento inevitable, y en nombre
del amor, se desentiende de su marido Howard (Urtizberea), que llega a buscarla
y se entera de todo, sin importarle que sea un maníaco depresivo que se trata
con electrochoque. Hay que decir que la otra gran actuación es justamente la de
Gonzalo Urtizberea, que más allá de lo secundario de su personaje, le imprime
su toque personal y aporta a la obra en su totalidad con espontáneo humor y
gran expresividad.
El otro personaje que entra en la escena hacia la mitad de la obra es el
propio Sam (Edgardo Moreira) que viene a llevar lo que le quedó de sus cosas en
la casa de la doctora, y se encuentra con tal panorama, todos a punto de
explotar con la realidad que se impone. El es un hombre de buen porte, buen
mozo, abogado y seductor, que en pocos minutos cambiará el rumbo de la
historia, porque develará que la “otra” en realidad es una joven veinteañera,
Juliet (Juana Schindler- la notera sexy del Pelado López el año pasado en
“Antes que sea tarde”), que lo está esperando afuera para irse con él.
El entramado de la historia que se cuenta en tono de comedia jocosa, va
desentramando un engaño en cadena. Al final, los personajes más débiles de la
historia resultan los más airosos. Es decir Juliet y Howard, que se entregan a
la sinceridad de un encantamiento genuino entre ambos, que les hace abrir los
ojos sobre lo que le conviene a cada uno.
Si bien desde la mitad de la obra, el ritmo se pone más enérgico y
lograr atrapar la atención, hay que decir que a pesar de la impecable actuación
de “Solita”, los primeros veinte minutos resulta algo lentos y monótonos,
haciendo temer por el resultado final de la puesta.
Sin embargo, con el correr de los minutos, y con la incorporación de los
demás personajes, el clima va cambiando. La historia no es muy original, y se
apoya mayormente en el humor, más allá de que originalmente tiene un leve
condimento dramático.
El oficio de Silveyra y Urtizberea se destacan en el todo, y Valenzuela
sorprende por hacer de su personaje un trabajo muy sobreactuado (aunque habría
que ver qué le pide el director de la puesta argentina, Luis Romero, a la
actriz, o quizás tener en cuenta que lleva apenas un par de semanas sumada a
este elenco).
Cabe mencionar que la obra original de Woody Allen se titula “Central
Park West”. La versión argentina fue realizada por Fernando
Masllorens y Federico González Del Pino, y la producción de la obra (que hizo
temporada en Mar del Plata, con Betiana Blum en el papel de Carol, y Alejandro
Parker en el de Gonzalo Urtizberea) estuvo en manos de Javier Faroni.
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